En los 60s, Hanna-Barbera estaba en su pico creativo, sacando dibujitos a lo loco y siempre con ese toque que los hacía únicos. En medio de esa fábrica de clásicos nació Los Osos Montañeses (The Hillbilly Bears), una de esas series cortitas pero que se quedó grabada en la memoria de la tele de sábado a la mañana.
La posta es que esta familia de osos no era como los demás personajes urbanos de la época. Acá todo giraba en torno a la vida en los Apalaches, con ese aire rústico y caricaturesco que mezclaba humor familiar con un poco de sátira sobre el “campo profundo” de Estados Unidos. Pa Bear era un capo con voz casi inentendible, Ma era la que mantenía las cosas en orden, Trixie tenía su lado coquetón y Dusty siempre se mandaba alguna macana. Todo esto en apenas 7 minutitos por episodio, pero con un timing cómico impecable.
A nivel producción, se notaba la clásica animación limitada de Hanna-Barbera: fondos reciclados, movimientos repetidos y mucho ingenio para que los personajes transmitieran expresividad sin necesitar grandes despliegues técnicos. Lo que sí, la música jugaba un rol clave: banjos, tonadas campestres y melodías pegajosas que te metían de lleno en esa onda hillbilly.
Un detalle que la hace distinta a otros shows del estudio es que mezclaba lo absurdo de los osos parlantes con situaciones muy cotidianas, como arreglar la casa, tratar con los vecinos o bancarse la torpeza de Pa. Eso le daba un contraste divertido: un mundo salvaje contado con la rutina más simple.
“No era un show pensado para durar años, sino un experimento dentro de la fórmula Hanna-Barbera”✨ Al final, Los Osos Montañeses no solo nos hacía reír; era un vistazo a la vida de montaña con humor canchero, música pegajosa y personajes que aún hoy nos sacan una sonrisa nostálgica.
- Joseph Barbera, entrevista en 1979
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